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Autocontrol emociones

¿Por qué a mi hijo(a) le cuesta autocontrolarse?

Muchos papás se preguntan: ¿por qué a mi hijo(a) le cuesta autocontrolarse? Esta es una pregunta válida y la respuesta va a depender de la edad, las habilidades emocionales y sociales que tenga nuestro hijo, el nivel de escolaridad y muchas cosas más.

¿Qué es el autocontrol?

Autocontrol emocionesEl autocontrol es una habilidad que se adquiere con la práctica, con el desarrollo del niño y con el tiempo. Es compleja y algunos niños(as) tardan más que otros en adquirirla. En esta época de la inmediatez, se hace más urgente incluir dentro de los programas de educación la enseñanza de esta habilidad.

¿Por qué es importante esta habilidad? Bueno, imagínate que tu carro se queda sin batería. ¿Qué es lo primero que haces? Tratas de respirar profundo, llamas al seguro o a alguna compañía que te pueda apoyar con esto. En todo ese proceso tienes que estar calmado(a), esperar, quizás llamar para cancelar citas o reuniones y después poder seguir con tu vida.

Todo esto requiere que hagamos una planificación, mientras regulamos nuestras emociones y tomamos una decisión. Para los niños y su cerebro hacer todo esto es más complejo. Un niño, cuando carece de autocontrol puede:

  • Frustrarse fácilmente.
  • Les cuesta esperar su turno.
  • Habla y se para en exceso.
  • Hace muchas pataletas dentro de una edad que no son comunes.
  • Interrumpe mucho.

Esta habilidad la podemos ver más hacia los 5 – 6 años, pero no quiere decir que no se pueda entrenar desde antes.

¿Qué pasa en el cerebro de mi hijo(a)?

En la medida que los(as) niños(as) crecen se va desarrollando su cerebro e incorporando funciones más sofisticadas. Algo que adquieren son las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas pueden ser definidas como las rutinas responsables de la monitorización y regulación de los procesos cognitivos durante la realización de tareas cognitivas complejas (Miyake, Friedman, Emerson, Witzki, Howerter y Wager, 2000). Las funciones ejecutivas incluyen (Anderson, 2008):

  • Control de impulsos y autorregulación
  • Flexibilidad mental
  • Planificación y organización
  • Estrategias para resolver problemas
  • Anticipación y desarrollo de la atención

En ocasiones, la dificultad para autocontrolarse puede estar ligada al desarrollo de algún trastorno como el Trastorno de Déficit de Atención o a situaciones de mucho estrés o ansiedad que rebasan la capacidad del entendimiento de nuestros(as) hijos(as) (divorcios, mudanzas, cambios de escuela, entre otras).

Herramientas para ayudar a mi hijo a autocontrolarse

Existen diversas acciones para ayudar a nuestro(a) hijo(a) a autocontrolarse emocionalmente. Veamos algunas:

  • Validar sus emociones. Es importante que los(as) niños(as) sepan que todo lo que sienten está bien. Si quieres leer más sobre esto, haz click aquí.
  • Ayudarlo a identificar sus emociones. Cuando los niños reconocen cómo se sienten y le pueden poner un nombre, se autorregulan más fácilmente. Por ejemplo: “Stephanie, veo que estás muy triste por no poder bajar al parque con tus amigos”.
  • Anticipar lo que va a pasar. Esto es muy importante si queremos que nuestros(as) hijos(as) puedan autocontrolarse en las distintas situaciones. “Stephanie, cuando este palito que está en el 3 llegue al 5 iremos a comer a casa de tu abuela”.
  • El semáforo. Está estrategia es una de mis favoritas. Lo único que necesitas es un cartón y papel de construcción verde, roja y amarilla. Lo armas como si fuese un semáforo y le explicas al niño(a) lo siguiente:
    • ROJO: Es para detenernos cuando estamos muy bravos, muy enojados o muy felices.
    • AMARILLO: Para pensar en qué pasó y cómo nos sentimos.
    • VERDE: Para decidir qué hacer.

Al principio será necesario tener el semáforo en la mano. Más adelante, después que lo haya practicado varias veces, con mencionar los colores será suficiente.

Enseñarle a los(as) niños(as) a autocontrolarse puede tomar tiempo, pero valdrá la pena. Es importante tener paciencia y respetar los ritmos de cada niño(a), porque todos son diferentes.

Mamá, papá, cuidador, criar no es una tarea fácil. Recuerda todo los días que estás haciendo lo mejor que puedes. Al leer este artículo, buscar apoyo de profesionales y decir de vez en cuando “no sé”, demuestras amor a tus hijos. Ellos lo verán más adelante.

Texto escrito por: Stephanie Smith. Psicóloga.

Fuente bibliográfica:

Resiliencia en niños

¿Cómo despertar la resiliencia en los niños?

Nuestra crianza, juega un papel determinante como puerta de acceso a darnos permiso de ser nosotros mismos en la vida adulta. Igualmente, nos ayuda a desarrollar caminos que nos funcionen como herramientas para enfrentar las situaciones. Una pregunta determinante es cómo podemos despertar resiliencia en los niños.

La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos de afrontar las situaciones difíciles, sobreponernos y adaptarnos a una nueva realidad. En este proceso de adaptación, hacemos uso de herramientas psíquicas internas para enfrentar lo que consideramos amenazante o desafiante.

¿Cómo se moviliza la resiliencia?

Resiliencia en niñosCada vez que hacemos uso de esta capacidad, potenciamos también nuestra flexibilidad cognitiva, siendo toda esta movilización, un gran evento interno que podemos cultivar desde edades tempranas en la crianza.

La flexibilidad cognitiva nos permite hacer contacto con posibilidades contrastantes sobre las situaciones, dándonos apertura a incluir alternativas a las problemáticas de la vida diaria. Para esto, la neuroplasticidad juega una pieza clave.

No puede haber nuevos caminos con alternativas produciendo resiliencia, sin neuro-plasticidad. Al solucionar problemas, generamos nuevas memorias de las experiencias estresantes, y, esa nueva representación, está sujeta a aprendizaje de nuevas estrategias.

La resiliencia está sujeta al gesto espontáneo en la niñez

El juego en los niños, es un escenario enriquecedor que puede dar paso a la espontaneidad. Al permitir que el niño o niña pueda encarar sus propias formas naturales de explorar o diseñar soluciones frente a la equivocación, se estará privilegiando su individualidad. Se promueve que pueda habilitar su potencial, curiosidad y creatividad que será el motor de creación de alternativas o soluciones en el futuro.

Una crianza en la cual a través de validación y contención, se permita que el niño o niña pueda expresarse espontáneamente, y equivocarse, brindará el impulso necesario para perpetuar un lienzo listo para impregnar caracterísitcas individuales.

Este ambiente facilitador de genuinidad fue descrito por el Dr. Donald Winnicott, psicoanalista que desarrolló la teoría del gesto espontáneo. El Dr. Winnicott describe que esta espontaneidad puede ofrecerse al niño o niña a través de dejar que explore y descubra el mundo sin cargar de importancia el cómo lo haga, es decir, que al enfrentar desafíos, no se le interfiera.

La resiliencia desde la crianza

Incorporar la idea de que independientemente del resultado de las exploraciones del niño o niña, obtendrá la validación sobre sus decisiones innatas, le proporcionará la confianza de que en él o ella podrá auto-encontrar un espacio seguro digno de ser, de mostrar a los demás, capaz de enfrentar y solucionar problemas.

Aprovechar la neuroplasticidad que brinda las edades tempranas para esta incorporación, puede ser una base sólida para desarrollar resiliencia antes y durante la adultez.

Acciones para despertar resiliencia en los niños

  • Permitir la equivocación: Despertará en el niño la necesidad de crear estrategias propias frente a los retos. A su vez, aumentará su confianza con respecto a cometer errores, que, en la adultez, le permitirá evitar invadir la ejecución de su desempeño con autoexigencia que puede nublar los caminos hacia la resiliencia.
  • Promover la curiosidad del niño: A través de presentarle temáticas u objetos con el objetivo de iniciar una conversación en donde se pueda indagar sus ideas. De esta forma, fomentaremos la capacidad creativa de construir nuevos panoramas.
  • Utilizar referencias de alternativas frente a las situaciones en las conversaciones de adultos: De esta forma, los niños/as percibirán como modelo, que sus cuidadores incluían posibles escenarios de vías alternas en las situaciones difíciles de forma indirecta e implícita.
  • Realizar actividades que permitan que los niños puedan ver una transición: Esto se hace con el objetivo de mostrar el cambio adaptativo de las situaciones, a través de animales, o conceptos dirigidos a la edad del niño. De esta manera, es importante considerar el cambio como punto focal.
  • Impulsar la opción de pedir ayuda: En el proceso de adaptación, la sensación de apoyo juega un papel importante. Además, nos posiciona como seres humanos que podemos tener permiso a ser vulnerables, recibir ayuda y encontrar nuevas vías de solución.
  • Empoderar al niño/a a tomar decisiones: Con el objetivo que puedan sentirse seguras/os de detectar lo que necesitan y llevarlo a la acción.
  • Transmitir seguridad: La autoconfianza es necesaria para sobreponerse a las situaciones difíciles. Adaptarse requiere de un proceso de reinvención sobre lo que se enfrenta. Esto dispone de energía interna que nos favorece que sea promovida desde sentirnos que somos nuestro propio espacio seguro.

Texto escrito por: Marjorie González. Psicóloga.

El niño(a) y la escuela: ¿de lo presencial a la virtualidad?

Ante la pregunta, ¿de lo presencial a la virtualidad?, lo primero que tendríamos que pensar es que la virtualidad es una necesidad ante una situación coyuntural y excepcional. Ésta que irrumpió de manera sorpresiva en el mundo humano. Los cambios que ha introducido la pandemia, particularmente en lo que respecta al encuentro cuerpo a cuerpo, nos invitan a pensar nuevas forma de relación del niño con la escuela.

El niño y la escuela virtualUna de las alternativas sería ser flexibles y creativos ante las limitaciones e imperfecciones que suponen todo comienzo. Así como reconocer el valor que tiene el intercambio de ideas y experiencias positivas y otras no tanto, para construir un nuevo saber. Adicionalmente, a través de los vínculos podemos tramitar algo de la angustia que nos pueda ocasionar, no solamente la nueva situación de encuadre laboral. También los efectos que la pandemia trae consigo en el ámbito personal, en los económico, familiar y en la subjetividad.

A propósito de los efectos a nivel subjetivo, uno de los que comienza a ser reportado por  los maestros, es la sensación de agotamiento y cansancio. Para algunos es producto de la concentración y atención que deben sostener ante la pantalla. Mientras que otros logran reconocer que dicho malestar tiene más que ver con lo enigmático de la situación. En este sentido, la flexibilidad también pasa por poder reconocer el malestar personal, así como el horror que nos produce lo no conocido. Tenemos una imagen predeterminada sobre cómo debe ser el escenario escolar. Esta imagen opera como un pre-concepto de lo que debe ser normal. Por tanto, cualquier cambio de las condiciones tradicionales nos parasen inverosímiles. Tendemos a catalogarlas como extrañas, como algo no familiar y por tanto las rechazamos porque están fuera del orden establecido.

No se trata de atenuar las dificultades a las cuales se enfrentan los docentes. Pues la modalidad de trabajo online con niños lleva implícita una serie de exigencias y restricciones. Se trata de pensar e interrogarnos sobre: cómo hacerlo y por qué lo hacemos. Ya que los métodos y técnicas que hasta ahora se han empleado donde lo presencial es prioritario, parecieran no ofrecer la posibilidad de mantener una continuidad del lazo social. Esto debería ser el foco que oriente el esfuerzo de sostener el trabajo por medio de las plataformas tecnológicas. Ya que mantener la continuidad de la vida en lo que se pueda, es una de las salidas  posibles para no quedarnos presos en el discurso sobre la pandemia.

El niño y la escuela virtualLos docentes y todos aquellos que trabajan  en el ámbito escolar, no escapan a los cambios que introduce la lógica de la época. Uno de esto cambio es el que ha introducido en nuestro tiempo la pandemia, donde la tecnología es la gran protagonista. Esto invoca a pensar cómo llevar adelante la práctica educativa considerando e involucrando al niño en lo que se propone. Lo que implicaría tener una mirada más allá de lo evolutivo y de la transmisión de contenidos. Es pensar y estar atentos a cómo el niño reacciona ante el nuevo escenario. Es fundamental en este momento de enigmas y pérdidas, que el docente supongan  que su encuentro con cada niño podrían ser el único espacio que él o ella tenga para hablar. Así mismo, para decir cómo vive la situación.

Por otra parte, la migración al espacio de la tecnología a la que se han  visto expuestos los maestros, no sólo trae consigo la necesidad de aprender o actualizarse ante el uso de las herramientas. También se han visto empujados a desarrollar nuevos técnicas para hacerse entender y para mantener la atención de los niños. Aquí hacemos una pausa para introducir un elemento que es fundamental entre las tareas que el docente que trabaja con niños no puede dejar por fuera. Esa es la comunicación con los padres, pues de ella dependen en gran parte el éxito o el fracaso que se pueda tener ante la propuesta de la escolaridad online.

El vínculo con los padres es esencial, mantener con ellos una comunicación constante y a la vez comprensiva. Esto es necesario, pues muchos de ellos en estos momentos están sobre exigidos por las circunstancias. Los padres  trabajan desde la casa, y tienen que acompañar y promover el encuentro online con el docente. Adicionalmente, deben orientar la elaboración de las tareas, tema que requeriría una revisión particular en cuanto a la cantidad de tareas que se le asignan a los niños. La responsabilidad de la transmisión de los contenidos escolares pareciera estar recayendo en gran medida en los padres.

Pero también encontramos a padres que se sienten invadidos en su intimidad. Otros reacciona de manera hostil por rivalidad con el docente cuando el niño y la niña muestran una intensa emoción, y piden ver o escuchar a su maestra. Todas estas situaciones que pueden interferir y hacer poco posible el desarrollo de la experiencia educativa online, plantean la necesidad de mantener un espacio de intercambio con los padres, pero también con el equipo de trabajo.

Texto escrito por: Stella Casanova. Psicoanalista. Miembro de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.

Como hablarle a los niños de la muerte

¿Cómo hablarle a los(as) niños(as) de la muerte?

Hace unos años me enfrenté a una situación trágica que afectó emocionalmente a toda mi comunidad laboral. La muerta llega sin avisar y el shock se difunde como una epidemia dejando a pocos libres para reaccionar. Una vez que lo haces, hay que hablar de eso y sobre todo con los niños. Sin embargo, si existe un concepto del cual nadie o muy pocas personas quieren o pueden hablar es de la muerte. Una particularidad que no comparte con nada es que carece de una representación propia. Es decir, nadie ha experimentado la propia muerte. Más bien, hemos vivenciado en mayor o menor medida la pérdida de la vida a través de otras personas. Entonces, ¿cómo hablarle a los(as) niños(as) de la muerte?

Ahora imaginemos cuán difícil puede tornarse hablar de esto con un niño. Muchos de nosotros dudamos al hacerlo. Sin embargo, es un hecho inescapable de la vida, es parte del ciclo vital. Como tal debemos afrontarlo y de igual manera nuestros niños. Si queremos ayudar a manejar una experiencia de duelo por muerte, debemos dejarles saber que está bien hablar sobre eso. Generalmente, la necesidad de afrontar esta temática con los niños surge por alguna noticia en los medios de comunicación o por alguna crisis familiar o del círculo social cercano. Dependiendo del caso, puede tomar un tono emotivo o no. Hablarlo no resolverá el problema o el duelo, pero minimizará las ideas erróneas y ayudará a procesarlo, sobre todo en estos tiempos.

Los niños saben…

Cómo hablarle a los niños de la muerteMucho antes de lo que pensamos, los(as) niños(as) están familiarizados con el concepto de muerte. La muerte es parte de la vida, y en distintos niveles ellos(as) están conscientes de esto. Escuchan sobre esto en los cuentos de hadas; lo ven en la televisión y los video juegos; ven insectos y/o animales muertos; e incluso lo actúan en sus juegos. El nivel de comprensión depende de algunos factores tales como: la etapa de desarrollos en la que se encuentran y la exposición a través de la propia experiencia. Cada niño (a) lo procesa de manera individual dependiendo de estos factores. Pero los seres humanos, y los niños saben de pérdidas y duelos desde el momento mismo del nacimiento. 

La noción de muerte según la etapa evolutiva

Muchos estudios indican que los niños atraviesan una serie de etapas en cuanto a la comprensión de la muerte. Se relaciona con el desarrollo de las habilidades psíquicas y cognitivas. Generalmente se relacionan con la edad cronológica, aunque sabemos que cada sujeto mantiene su propio ritmo. Los niños en etapa pre-escolar usualmente perciben la muerte como algo reversible, temporal e impersonal. En la actualidad, esta idea se ve reforzada por algunos personajes de las caricaturas que se recuperan milagrosamente luego de sufrir aparatosos accidentes. 

Más adelante, aproximadamente entre los cinco y nueve años, la mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es definitiva. Sin embargo, aún lo perciben como algo impersonal y de lo que pueden escapar. Durante esta etapa, algunos niños empiezan a personificar la muerte con imágenes tales como los esqueletos y fantasmas. Algunos incluso pueden tener pesadillas con respecto a estos personajes. A partir de los diez años en adelante, los niños empiezan a comprender que la muerte es irreversible, que todos los seres vivos mueren, y que eventualmente lo harán. En la adolescencia se inicia el desarrollo de puntos de vista filosóficos sobre la vida y la muerte.

La experiencia individual frente a la muerte

Como hablarle a los niños de la muerteSi bien, las etapas del desarrollo psíquico juegan un papel importante, cada niño se desarrolla a su propio ritmo. Cada niño se desarrolla en un entorno particular, dentro de un grupo cultural y religioso determinado. Y más importante aún, cada sujeto experimenta e interpreta sus vivencias de manera única, y tiene sus propios modos de expresar y manejar sus emociones. Por ejemplo, hay niños que empiezan a hacer preguntas sobre el tema desde muy temprano. Otros, experimentan la muerte de algún familiar como los abuelos y parecen poco afectados. Mientras que pueden tener reacciones muy emotivas por la muerte de una mascota. No importa cómo reaccionen ante estos eventos, ellos necesitan una respuesta empática y sin prejuicios.  Hace unas semanas una niña de 6 años a quien atiendo en consulta privada desde hace varios meses me cuenta algo curioso. Me dice que su abuelo materno murió y que ella debía llorar pero no podía. Se sentía triste pero no podía tener la reacción que creía era esperada por todos.

Barreras de comunicación

Muchos de nosotros tenemos la tendencia de no hablar sobre temas que nos enojan o desconciertan. Tratamos de esconder nuestros sentimientos y esperamos que sea lo mejor. Pero no hablar sobre un tema no significa que no estemos comunicando, al contrario. Los niños son excelentes observadores, y leen los mensajes en nuestros lenguaje corporal. Al evadir un tema le causamos a los niños más dudas y preocupaciones. Y a la vez, ellos pueden fantasear y crear en su mente un escenario peor o lejano a la realidad. Es mejor encontrar un balance entre la evasión y la confrontación con información que ellos puedan manejar a su edad.

Los adultos también podemos sentirnos incómodos por no tener todas las respuestas. Por esta razón muchas veces decimos “mentiras blancas”. Pero por más bienintencionadas que sean, pueden producir inquietud y desconfianza en los niños. Tarde o temprano ellos se darán cuenta de que no sabemos todas las respuestas, de que nadie las sabe.  Para ellos será más fácil si les decimos de forma calmada que no hay respuestas para todas las preguntas.

Ideas erróneas de los niños con respecto a la muerte

Cómo hablarle a los niños de la muerteComo mencionamos antes, de acuerdo con la etapa del desarrollo, los niños pueden interpretar la muerte de manera más concreta. Algunos niños la confunden con dormir, particularmente si escuchan a los adultos referirse a ella con eufemismos como: “descanso eterno”. Como resultado de esta asociación, ciertos niños podrían tener miedo de dormir o tomar siestas. Similarmente, si a algunos niños se les dice constantemente que alguien que ha muerto “se fue”, podrían tener miedo de separaciones breves.  Decirle a los niños que la muerte se debe a enfermedades o vejez, también puede ser fuente de confusiones.

En el caso de las enfermedades, es importante aclararles que sólo algunas enfermedades muy severas pueden producir la muerte; a pesar de que todos nos enfermamos a veces, usualmente mejoramos. De esta manera, los niños no se preocuparán demasiado ante enfermedades menores. Otra generalización inapropiada es que la gente muere vieja, en frases como “murió porque es vieja”. Esto puede llevar a decepciones cuando se den cuenta que gente joven también muere. Está bien decirles que la mayoría de las personas viven muchos años, pero algunas no. Y por último, introducir ideas religiosas cuando la religión no ha tenido un rol importante en la vida de la familia antes de la muerte. Por ejemplo, explicaciones como “se lo llevó Dios”, pueden asustarles al pensar que también puede llevarlos a ellos. 

Hablemos con los niños…

Quizás la parte más difícil de todas es que al hablar con otros sobre la muerte debemos examinar nuestras propias emociones y creencias. De ese modo podremos hablar con los niños naturalmente cuando las oportunidades se presenten. Esto involucra lo siguiente:

  • No es necesario iniciar una conversación si no existe una situación que afecte directa o indirectamente al niño(a). Podemos observar y tomar nota de sus inquietudes para determinar cuándo es un momento adecuado.
  • Lo primero y más importante siempre será escuchar y aceptar los sentimientos de los(as) niños(as).
  • Tratar de ser sensitivo con los deseos de los niños de comunicarse cuando ellos estén listos.
  • Mantener una actitud receptiva que fomente los intentos de comunicarse en los niños, al escucharlos atentamente y respetar sus puntos de vista.
  • Responder las preguntas de los niños en un lenguaje apropiado para su edad. No debemos dar explicaciones más allá de lo que ellos estén preguntando.
  • Ofrecer a los niños explicaciones honestas cuando estamos visiblemente afectados por alguna pérdida.
  • Brindas respuestas simples y breves, para que los niños no se sientan abrumados con demasiadas palabras que no puedan asimilar fácilmente. 
  • Verificar qué han comprendido los niños, sobre todo los pequeños quienes pueden ser más propensos a confusiones.
  • Aprovechar oportunidades de la vida diaria para hablarles sobre la muerte en situaciones en las que estén menos involucrados emocionalmente. Por ejemplo, la muerte de plantas o animales.
  • Darles tiempo para procesar la información a su propio ritmo, no hablar del tema en demasía, sino cuando sea natural hacerlo. 

La muerte es una pérdida y es un tiempo de tristeza y duelo. Es importante ayudar a los(as) niños(as) a aceptar esta pérdida y el dolor que la acompaña. Los intentos por protegerlos podrían negarles la oportunidad de compartir sus sentimientos y recibir el apoyo que necesitan. Compartir las emociones ayuda muchísimo, tanto a ellos como a los adultos a su alrededor.

Texto escrito por: Roxana Palacios. Socia fundadora de Vital Minds. Psicoterapeuta psicoanalítica y psicóloga clínica.

Referencias Bibliográficas:

  • Kubler-Ross, Elizabeth. On Children and Death, MacMillan. New York, 1983.

Fuentes:

Juego y desarrollo infantil

El papel del juego en el desarrollo infantil

Los recuerdos más felices que tengo de mi infancia se relacionan con las interminables horas de juego con mis primos. Algunas veces pretendíamos ser astronautas con la misión de viajar al espacio sideral. Construíamos nuestra nave espacial con los muebles de la terraza y sábanas que encontrábamos en la lavandería. Una vez terminada, entrabamos por la puerta y gateábamos por los estrechos pasillos hasta llegar a la cabina principal. En ciertas ocasiones, el viaje terminaba antes de despegar, cuando escuchábamos el llamado de algún extraterrestre, o sea alguno de nuestros padres. Es hora de ir a casa, el juego ha terminado por hoy. El juego y el desarrollo infantil van de la mano y en este post compartiremos sobre esto.

El concepto de jugar

El papel del juego en el desarrollo infantil

Jugar es una experiencia propia del ser humano, que surge desde la más temprana infancia. Existen muchas definiciones del fenómenos lúdico, que confluyen en su mayoría en las siguientes características:

  • El juego es una actividad recreativa y que causa algún tipo de satisfacción en quien la realiza.
  • Durante la misma se crea una nueva realidad (imaginaria), que surge en la espontaneidad del momento en que se realiza.
  • Se hace uso de la imaginación y de la fantasía, para representar y tramitar simbólicamente aspectos de la vida cotidiana.
  • La finalidad es la propia acción de jugar, por lo que no hay posibilidad de fracaso.
  • En ocasiones, es el resultados de acuerdos entre los que juegan para determinar sus reglas.

Del mismo modo, muchos sociólogos y psicólogos se han interesado por la observación e interpretación del juego, poniendo atención a diversos aspectos del mismo. El conocido por mis lectores que me inclino por la teoría psicoanalítica lacaniana. Sin embargo, en esta ocasión me gustaría exponer algunas otras concepciones relevantes para comprender las funciones que cumple el juego en el desarrollo infantil.

El juego y desarrollo infantil social

El papel del juego en el desarrollo infantil

La socióloga estadounidense Mildred Parten fue la primera en realizar estudios extensivos acerca del juego en los niños entre dos y cinco años de edad. De acuerdo con sus hallazgos, los niños de paulatinamente van incrementando las interacciones sociales en el juego. En 1929, Parten completa su tesis doctoral en la cual desarrolla su teoría de las seis etapas del juego en los niños, de acuerdo con el grado de interacción con los demás.

  • Comportamiento libre: Esto ocurre cuando el infante no juega aún, sólo explora su entorno. Puede estar parado en un lugar o realizando movimientos aleatorios. Puede tomar los objetos con las manos y agitarlos, o introducirlos en su boca. Un ejemplo, es el juego que inician los adultos en el cual se tapan la cara o se aleja del perímetro visual del infante, mientras que éste los busca con la mirada. Luego el niño puede reproducir la acción de “esconderse” tapándose la cara.
  • Juego solitario: Se da cuando el niño está solo y se enfoca únicamente en la actividad que él realiza. No muestra interés o no es consciente de lo que otros hacen. Es más común en niños entre los dos y tres años de edad, en comparación con niños mayores. Es muy frecuente que se den los juegos repetitivos, como llenar y vaciar repetidamente una cubeta con bloques de madera. Otro ejemplo de este juego es lanzar un objeto y encontrarlo.
  • Juego del espectador: Sucede cuando el niño observa a otros jugar pero no participa. Puede involucrarse en otras formas de interacción social, así como conversar sobre el juego, sin unirse realmente al mismo. Este tipo de actividad también es más común en niños pequeños.
  • Juego paralelo: Transcurre cuando el niños juega separado de otros pero a la vez cerca de ellos, imitando sus acciones. Esta etapa se constituye en una suerte de transición entre el formas de juego más solitarias, a otras formas de juego que involucran la interacción con otros.
  • Juego asociativo: Se da cuando el niño está interesado en jugar con otras personas pero no en coordinar sus actividades con las de esas personas. También consiste en las formas de juego donde no hay actividades organizadas. Se observa más interacción con los demás, pero las actividades no están en sintonía. Puede ser que compartan materiales.
  • Juego cooperativo: Surge cuando el niño está interesado en jugar con otros y en las actividades que ellos realizan. Generalmente dichas actividades están organizadas y los participantes tienen roles. Usualmente se da en niños en edad escolar.

El juego y el desarrollo de las funciones cognoscitivas

El papel del juego en el desarrollo infantil

El psicólogo suizo Jean Piaget estudia el juego desde la corriente estructuralista.  Propone que el juego forma parte de las habilidades cognitivas del niño, porque representa la asimilación de la realidad según cada etapa del desarrollo. Piaget asocia tres estructuras básicas del juego de acuerdo con el desarrollo de dichas funciones cognoscitivas.

  • Juego de ejercicio: Son propios del estadio sensorio-motor, y por tanto de los primeros dos años de vida. Consisten en repetir una y otra vez una acción, por el placer de obtener una satisfacción inmediata.
  • Juego simbólico: Se da entre los dos y los siete años de edad. Consiste en simular situaciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego. Permite a los niños asimilar el entorno que les rodea, aprender los roles de la sociedad, desarrollar el lenguaje y favoreces la creatividad.
  • Juego reglado: Los juegos con reglas no se limitan a los juegos colectivos, como en los deportes o juegos de mesa. En los demás tipos de juegos también existen reglas que pueden ser implícitas o explícitas. Las mismas determinan lo que se espera de quienes participan en el juego.

El juego y el inconsciente

Desde el psicoanálisis, se entiende que juego constituye una forma genuina y privilegiada de expresión del inconsciente en los niños. En su obra Más Allá del Principio del Placer (1920) Sigmund Freud comentó sobre el juego infantil de uno de sus nietos de año y medio de edad. El Fort-Da consiste en lanzar un objeto pequeño a un rincón de la habitación o debajo de la cama haciendo un sonido que tanto la madre como Freud coincidían en que su significado era fort o fuera. En otras ocasiones repetía el juego con un carretel de madera, que tenía una cuerda con la que lo lanzaba y lo hacía volver emitiendo la palabra da que significa aquí.

Después de observarlo durante un tiempo, Freud concluyó que el pequeño repetía un escenario que no es agradable para él: la partida de la madre. Empero, ahora el niño tomaba papel activo, en una vivencia donde fue pasivo. Aunque sea revivir una experiencia dolorosa, va conectada a la ganancia de un placer de otra índole.

Freud reconoció la importancia del juego como vía para acceder al inconsciente, sin embargo no lo desarrolló profundamente en su teoría. Fueron sus sucesoras, Anna Freud y Melanie Klein quienes tomaron la batuta en el estudio del Psicoanálisis  en el trabajo terapéutico con niños. Sin ahondar en dichas disputas teóricas, se considera que el juego tiene una importancia intrínseca, más allá de un dispositivo propuesto por alguna concepción en particular. El niño que juega va introyectando el entorno a su psiquismo, mientras que va insertándose él en este entorno. A través del juego el niño experimenta situaciones placenteras, expresa sus emociones más profundas, elabora circunstancias difíciles de tramitar de otro modo, y pone en marcha el proceso creativo.

El juego en la actualidad

El papel del juego en el desarrollo infantil

Cuando un niño no juega o su juego se considera extraño, es una alerta de que algo puede estar sucediendo con éste niño. Pero qué ocurre cuando la sociedad promueve la aniquilación del juego como vehículo de creación y tramitación de los conflictos. La tecnología puede ser beneficiosa para el aprendizaje de los niños. Sin embargo, cuando su uso comienza en etapas muy tempranas merman el despliegue del interés natural por jugar.

Como hemos visto, el juego cumple brinda aportaciones en las diferentes áreas del desarrollo infantil:

  • Desarrollo motor: Estimula el desarrollo de la motricidad gruesa, fina y viso-motora, pues es la fuerza que impulsa la realización de la acción deseada por medio de movimientos y la coordinación de los mismos.
  • Desarrollo emocional: A través del juego, el niño puede tramitar situaciones conflictivas. Presta sus sentimientos y emociones relacionados con personas significativas y situaciones, para expresarlos en un rol más activo, distinto al rol pasivo que juegan en el entorno real.
  • Desarrollo cognitivo: Pone en marcha las habilidades cognitivas, que le permiten comprender su entorno, desarrollar el pensamiento y la creatividad.
  • Desarrollo social: A través del mismo se relacionan con los demás, surge la empatía, comunicación, solución de conflictos y la reciprocidad, entre otros.

Los padres, maestros y cualquier persona que esté en contacto constante con niños debe comprende la relevancia del juego en el desarrollo infantil, y propiciar las oportunidades que permitirán al niño la posibilidad del juego libre, imaginativo, creativo, que le permita experimentar su realidad y expresar sus emociones.

Texto escrito por: Roxana Palacios. Socia fundadora de Vital Minds. Psicoterapeuta psicoanalítica y psicóloga clínica.

Referencias bibliográficas:

  • FREUD, Sigmund (1920). Obras Completas: Más Allá del Principio del Placer. Amorrortu Editores. Buenos Aires, Argentina.