Terapia psicológica

¿Cómo saber si estoy listo para ir a terapia?

Terapia psicológicaA lo largo de nuestra vida podemos identificar momentos en los que no hemos estado nada bien. Muchos nos hemos cuestionado sobre si necesitamos ayuda o no. Te has preguntado: ¿cómo saber si estoy listo para ir a terapia? Si lo has hecho, podría ser una buena señal. Podrías estar buscando un espacio de autocuidado diferente.

Según la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), la terapia o psicoterapia es un tratamiento de colaboración basado en la relación entre una persona y el psicólogo.

Las sesiones psicoterapéuticas de los adultos suelen utilizar el diálogo como base. Sin embargo, en niños y adolescentes son más frecuentes las evaluaciones psicológicas de lápiz y papel. Todo dependerá de lo que necesiten.

Aún existen muchos mitos alrededor de ir a terapia. Suele asociarse con enfermedad. La verdad es que la mayoría de las personas que van a terapia, no suelen tener un trastorno mental. Suelen reportar malestar emocionalmente significativo. Algunos síntomas, podrían estar interfiriendo con su vida diaria.

¿Cómo identifico si tengo un malestar emocional?

Como mencioné, las razones para ir a terapia son muy variadas. Este proceso sólo funciona si la persona, voluntariamente, toma la decisión de ir. En el caso de los niños y adolescentes, los padres juegan un rol importante para que todo fluya en armonía.

La decisión de ir a terapia se asocia a un malestar emocional. Este podría presentarse a nivel de pensamientos, conductas y/o manejo emocional. Esto dependerá de la realidad de la persona que decida ir. No del contexto cultural o la realidad de los que le rodea. Mencionaré algunos síntomas que podrían ayudarte a tomar la decisión:

  • Sueles irritarte con facilidad y mucha frecuencia.
  • A menudo, te sientes insatisfecho(a).
  • Experimentas cansancio, dolores de cabeza, dolores de estómago de manera constante.
  • Te cuesta responsabilizarte de tus emociones y acciones.
  • Te preocupas excesivamente.
  • Tienes conductas que sobrepasan tu capacidad de manejarlas (tomar alcohol, alto consumo de drogas).
  • No puedes concentrarte.

¡Y la lista sigue! Todo dependerá de lo que sientas que quieres trabajar. También, puede que ninguna de las anteriores se conecte contigo. Quizás solo busques un espacio para conversar sobre decisiones que quieres tomar. Como un cambio de trabajo, mudanza, la decisión de casarte, entre muchas otras cosas cotidianas.

¿Cómo hago mi primera cita?

Sé que quizás esto podría despertar diferentes emociones. La primera vez en la que hacemos cualquier cosa podríamos experimentar algo de nervios, estrés o ansiedad. Lo importante es que agarres estas emociones y las lleves contigo a dar el primer paso.

Si tienes amigos psicólogos, puedes pedir referencias de colegas que te puedan apoyar. También, existen diferentes clínicas en Panamá que cuentan con profesionales idóneos, como Vital Minds. Está ultima parte es importante. Todos los psicólogos debemos contar con un código de idoneidad profesional (CIP) para dar este tipo de atención.

Para hacer tu primera cita, levanta el teléfono o abre tu WhatsApp. Sí, suena más fácil de lo que es. Toda decisión requiere un poco de valentía. Cosa que sé que tú tienes.

¿Qué le digo? Está pregunta es clave. Puedes preguntarle dónde atiende o la modalidad de atención  (virtual o presencial), dependiendo de lo que busques. Cuál es su tarifa por cita, qué tipo de especialidad tiene. Y todo lo que pienses que sea relevante para ti.

¿Cómo disfrutar el proceso?

Terapia psicológicaNo te voy a mentir, el proceso no es fácil. Hay muchas cosas que se mueven dentro. Junto a tu terapeuta, empezarás a explorar muchos eventos de tu vida. Probablemente, algunos eventos los recuerdes mejor que otros.

Lo importante es que estés dispuesto a trabajar por ti y para ti. El proceso vendrá solo. Tú lo llevarás como te sientas cómodo. Tu terapeuta no te dejará solo. Estará contigo en cada lágrima, risa, emoción. Cuando sientas que ya no puedes más, tendrás un oído activo para ti.

Te invito a que si algo de este artículo resonó contigo, hagas la llamada. Hoy es el día en el que estás listo para ir a terapia.

Texto escrito por: Stephanie Smith. Psicóloga.

Fuentes:

  • Asociación Americana de Psicología
el apego

¿Qué es el apego?

El vínculo con las personas nos brinda la oportunidad de manifestar la representación que tenemos de los demás en forma de afecto. La mayoría de las veces tenemos presente que contamos con un grupo de apoyo, o inclusive «personas favoritas» a quienes recurrir. Consideramos que nuestro auto-cuidado, depende un 100% de nuestro empeño y consciencia. Sin embargo, esta red de apoyo puede ser el soporte que nos proporcione afecto. Y de esta manera, sintamos que somos capaces de ver el mundo de una nueva forma. Veremos la relación de este afecto con el apego.

¿Cómo surge este afecto?

El apegoLa afectividad en nuestras vidas es esencial. Así sea que lo experimentemos nosotros mismos, o lo manifestemos hacia los demás. Todo lo que rodea al concepto que tenemos de afecto, viene con nosotros desde nuestros primeros momentos de vida. Desde esos mini instantes mágicos, estamos formulando ciertas referencias para saber cómo vamos a dar afecto y cómo vamos a recibirlo. Nuestros cuidadores primarios influyen muchísimo en estas referencias. 

De carácter universal

Para cada quien, el afecto se siente y se expresa de una forma particular. Entonces, fabricamos un concepto de lo que significa, que se ajusta a nuestro ser y se manifiesta a través de apego. En la teoría, apego significa un vínculo afectivo o enlace entre un individuo y una figura de apego (por lo general un cuidador). 

Este apego nos proporciona confianza para reconocer emociones e identificar lazos afectivos que nos permiten incorporar referencias. Así como discernir, quiénes son sinónimo de espacio seguro para nosotros. Los seres humanos, necesitamos de seguridad emocional. Este aspecto emocional que se da a través del vínculo que logramos con los demás, funciona como un organizador psíquico que puede promover el equilibrio interno. De este modo, esta es una sensación universal. 

Anatomía del apego

Impregnados de la necesidad de contacto, el apego nos posibilita la cercanía con el otro.  Entonces, da forma al modo de construir el mundo que nos rodea y la acomodación del vínculo a través de tres componentes esenciales:

  • Conductual, que se ve reflejado en la búsqueda adaptativa de regulación emocional por medio de la proximidad. 
  • Cognitivo, que se representa en nuestro modelo mental de lo que hemos interiorizado, y de qué formas podemos acceder de a este modelo, reflexionar y convertirlo en disponible al mundo.
  • Afectivo, experiencia afectiva asociada a sentimientos que despiertan la seguridad emocional hacia nosotros mismos y los demás.

Accesibilidad, disponibilidad y continuidad

Al entender nuestro modo en que nos desenvolvemos emocionalmente, nos encontramos en la capacidad de acceder a estas sensaciones, de convertirlas disponibles a los demás y de brindarnos formas singulares a través de los distintos vínculos de hacerlas sostenibles.

El psicólogo John Bowlby, en su teoría del apego, describe tipos de apegos que se ven involucrados en esta accesibilidad, disponibilidad y sostenibilidad a lo largo de nuestra vida:

  • Seguro, cercanía y afecto de cuidadores primarios, ofrecimiento de reconocimiento afectivo y mental que abre la posibilidad de generar sensación de autonomía, capacidad de sentir seguridad emocional y facilidad de regulación.
  • Desorganizado, falta de comprensión mental a través de lejanía emocional de cuidadores primarios que no permite la identificación propia, se ve reflejado en desregulación y falta de autocontrol.
  • Ambivalente, fluctuación constante entre el reconocimiento y no reconocimiento en los primeros momentos de vida que desencadenan respuestas ansiosas con sensación de estar atrapado(a) en la ambivalencia.
  • Evitativo, se ve reflejado en la autosuficiencia precoz en etapa de necesidad de cuidado que da lugar a una independencia exagerada. Esta separación excesiva puede generar actitudes controladoras e intrusivas.

La sostenibilidad de estos tipos de apegos puede variar. A través de los distintos vínculos y contacto con otras personas con distintas formas de relacionarse podemos darle continuidad o no a la forma de entender el afecto.

Inicios de desarrollo de mentalización

el apegoEl alcance del afecto en los primeros momentos de vida es expansivo. Amplia con proyecciones a lo largo de nuestra vida. Las primeras interacciones con nuestros cuidadores primarios, cargadas de lazos afectivos y apego, nos garantizarán un reconocimiento propio fortalecido o debilitado.

Este reconocimiento nos brinda una apertura única a nuestra capacidad de representación mental y psíquica de distintas sensaciones propias. Así como aquellas de los demás, a las que también les asignamos pensamientos. Diferenciarnos a través de auto-reconocimiento nos permite entender mejor las emociones, cuestionar cómo o por qué se generaron y controlarlas para elegir el curso de nuestro enfoque y atención. 

Requisito evolutivo

“Tenemos que partir de un modelo dialéctico del desarrollo del sí mismo, de acuerdo al cual la capacidad del niño para desarrollar una idea coherente de la psique depende de manera decisiva de si acaso él mismo se siente percibido como una psique por parte de su figura de apego”

Peter Fonagy. Psicólogo clínico y psicoanalista.

El apego nos posiciona ante una ventaja evolutiva. El sentir la seguridad de lograr cercanía emocional con otros nos ofrece la posibilidad de incorporarnos en las etapas del ciclo vital. Dictaminamos nuestra adapatación y comprensión del mundo a través de sentirnos emocionalmente seguros. La acumulación de nuestras experiencias se realza una vez inmersa desde la puerta del vínculo con los demás. 

Texto escrito por: Marjorie González. Psicóloga.

Referencias:

  • Fonagy, P.; Gergely, G.; Jurist, E.; Target, M. (2002). Apego, Mentalización, y Desarrollo del Yo

Saber y sabor de ser padres

Ser padres no es algo que esté dado a priori. Contrario a lo que nos enseñan y lo que dictamina nuestra cultura y algunas religiones, las mujeres y los hombres no son padres de forma natural o espontánea. No es un esencialismo que viene dado por el hecho de podernos reproducir. Tener un hijo es una cosa, y ser padres, ejercer la maternidad y la paternidad, es otra cosa.

Quizá esta idea pueda parecer en primera instancia escandalosa. Sin embargo, nuestra cotidianidad muestra constantemente cómo hay personas que tienen hijos sin el deseo de tenerlos o criarlos. Padres de cuerpo presente pero ausentes en su función, padres no presentes pero que sí ejercen su función, personas que sin haber procreado a un niño lo asumen como propio y lo crían. Y un sinfín de posibilidades más que muestran como nuestra capacidad reproductiva es algo del organismo. Esto puede o no estar acompañado del deseo y el amor por ese hijo, por cuidarlo, criarlo. Pero sobre todo, acompañarlo en un recorrido que a veces tiene un sabor dulce y otras amargo. Y cuando digo padres me refiero tanto a la madre como al padre, a ambos.

Función materna y función paterna

Por eso el Psicoanalisis Lacaniano habla de la función materna y la función paterna. Podemos definirlas como aquellas funciones necesarias para garantizar la vida de un niño desde antes de su nacimiento. Más allá, son funciones necesarias para que ese bebé, ese organismo que nace absolutamente dependiente de los cuidados de otro, pueda convertirse en un sujeto. Además, que se oriente y sepa hacer algo para atravesar las dificultades inherentes a la vida y la existencia. 

Si creemos con Jacques Lacan que lo que hay son funciones, la materna y la paterna, esenciales más no esencialistas, entonces estas funciones pueden ser ejercidas por cualquiera. Pueden ser ejercidas por los padres biológicos claro, pero también por una madrastra o un padrastro, por unos abuelos, por tíos, por un docente, cuidador, etc. 

Hacerse cargo

Esto muestra que, más alla de la biología, al ser funciones existen en tanto hay alguien que se hace cargo de llevarlas a cabo. Pero este hacerse cargo no solo incluye el dar de comer, cargar al bebé, asearlo, etc. Se trata sobre todo de eso que va a permitir nombrar y distinguir a ese niño. Estas funciones requieren que el adulto desee hacerlo, desee y ame a ese niño, es en sí un acto de voluntad.

Los genitores, es decir, los que engendran un bebé, nunca son padre o madre automáticamente. Es necesario pasar esto por la simbolización. Si tuvieramos esto presente, si nos hablaran de esto, pienso que sería más fácil y menos angustioso aproximarnos a la noticia de la llegada de un bebé, los cuidados agotadores de los primeros meses, y los sinsabores y retos que están presentes durante todo el encuentro con un hijo. Y me parece que estos retos y aprendizajes solo cambian con el tiempo, pero no desaparecen porque quererse no tiene horario ni fecha en el calendario.

Si nos liberáramos de los esencialismos, y nos dieramos el tiempo de preguntarnos por nuestro deseo en torno a la maternidad o paternidad. Esto implica hablar con nuestra pareja sobre la posibilidad de concebir un hijo, y de cómo pensamos esas funciones, con honestidad y apertura, con menos culpa y expectativa. Entonces, quizá sería todo más llevadero y satisfactorio. Podríamos ejercer la maternidad y la paternidad con mayor libertad, en posición de pregunta. Esto es ir más allá de lo que tradicionalmente se restringe para un hombre y una mujer frente a un niño y la idea de familia.

Saber y sabor de ser padres

Ejercer la maternidad y la paternidad implica un saber que se va construyendo, un saber que siempre será no todo. No se puede saber todo de algo, haber tenido un hijo no conlleva saber todo de ello, el basto desarrollo teórico de la pediatría, psicología, educación, etc., no ha resuelto la imposibilidad de saberlo todo de un niño. Ese saber no es solo teórico, no es una acumulación de conocimiento sobre el parto, el nacimiento, el desarrollo y la infancia. Yo diria más bien que es un saber hacer con un hijo, saber que siempre es único, porque ese hijo en tanto sujeto es singular, y por ello el vínculo que se establecerá con él también será único, y de ello ningún libro puede dar cuenta. 

Ejercer la maternidad y la paternidad implica también un olor, un gesto, una caricia, un ritmo, una mirada, un sonido, un sabor, a veces dulces, y otras no tanto. Aunque se tengan muchos hijos, siempre se tiene uno, más uno, más uno, porque ese encuentro entre los padres y ese hijo es único, con un saber hacer y un sabor singular e irrepetible.

Texto escrito por: Nathaly Ponce Ulloa. Psicoanalista. Miembro de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.

Relaciones e identidad

Relaciones interpersonales e identidad personal

En las relaciones interpersonales, demostramos afecto y ponemos en evidencia nuestras habilidades como seres humanos sociales. Además, movilizamos energía emocional y mental que va arraigada en nuestra narrativa.

Relaciones interpersonalesEn este intercambio de narrativas que se da en las relaciones interpersonales, salen a relucir manifestaciones implícitas, invisibles y únicas de cada quién. Éstas se dan en forma de diálogo o acciones. Debido a esto, surge esa conexión irrepetible entre personas, perspectivas sobre lo que vamos internalizando. Lo cual involucra cómo es el otro y cómo nos sentimos al relacionarnos con otros.

Estamos en un constante tránsito de pensamientos, sensaciones, emociones y percepciones sobre lo que vamos construyendo mentalmente al relacionarnos con otras personas desde distintos roles. Esto crea la posibilidad de una apertura peculiar, llevándonos a indagar y cuestionar en nosotros mismo ciertos aspectos de esa energía emocional que hemos utilizado de manera inconsciente.

Nuestro nivel de autoconocimiento

Relaciones interpersonalesLa posibilidad del auto-cuestionamiento, conlleva que veamos nuestro panorama mental desde un amplio espectro de la genuincidad. Involucra nuestra esencia en cada oportunidad para relacionarnos. ¿Nos conocemos lo suficiente? ¿La entrada o salida de personas a nuestra vida deja más que un vínculo afectivo?

Nuestra personalidad se ve reflejada como nuestro canal propio para conducirnos sobre las vías de las relaciones interpersonales. En estas vías, existen personas que se van cruzando y nos impactan en distintos niveles y/o desde varias dimensiones. Dimensiones que pueden provocar un estremecimiento de nuestra identidad y filosofía de vida.

Podemos identificarnos como lo que somos, porque hemos ido construyendo y moldeando nuestra personalidad a partir de referencias minuciosamente coleccionadas de manera inconsciente, a través del impacto de las relaciones interpersonales.

Capacidad integrativa

La personalidad en la edad adulta es maleable. En este proceso, se ve reflejado el desarrollo cognitivo que hace cristalizar la personalidad al incorporar información. Igualmente, se van editando conceptos que se hilan a las experiencias. Se plasma de manera notoria una naturaleza integrativa.

Interacciones humanas compatibles y no compatibles brindan a las experiencias, sensaciones particulares en cada una de ellas. Esta naturaleza integrativa nos permite sintetizar, al seguir manteniendo el equilibrio de moldear nuestra personalidad a través de relaciones interpersonales.

Traslado de percepciones

Relaciones interpersonalesLa movilización de energía mental y emocional que utilizamos al relacionarnos, puede salir desde nuestros espacios mentales más instintivos. En este intercambio, se hacen disponibles expresiones espontáneas producto de nuestra interioridad. Así como reflejos de procesos psicológicos en los cuales modificamos la percepción de manera inconsciente, para protegernos ante preceptos amenazantes.

Esta percepción modificada puede sentirse como una forma segura y conocida de protegernos. Al relacionarnos, este intercambio se observa como un traslado de percepciones. Sumado a esto, se movilizan de persona a persona desembocando en proyecciones transmisibles de uno a otro.

Proyectar en otros ciertas atribuciones específicas, abre el compás de reconocimiento personal. Esto es característico al dar acceso a un espacio para revaluar el terreno del traslado de información, necesario para completar nuestra identidad. ¿Qué podríamos estar ubicando en otros que nos identifica, y qué otros podrían estar ubicando en nosotros que los identifica?

Posicionamiento de conceptos

Relaciones interpersonalesEl psicólogo, psicoanalista estadounidense Erik Erikson, desarrolló la teoría del desarrollo psico-social a través de etapas. En la misma, describe la estructuración de nuestra personalidad a lo largo del ciclo vital. Erikson mantenía una postura de continuidad, alegando que nos mantenemos en una construcción de identidad constante.

Este movimiento permanente en la revision de la información que adquirimos a través de cada persona y su rol, encapsula los códigos de referencias. Del mismo modo, va ubicando poco a poco de forma cada vez más atinada si nos lo permitimos, nuestros auto-conceptos.

La entrada o salida de personas en nuestra vida deja mucho más que un vínculo afectivo. Permite que posicionemos nuestra personalidad a través de la auto revelación. Al tiempo que va perpetuando cercanía con nuestro mundo interno.

Texto escrito por: Marjorie González. Psicóloga.

Referencias:

  • Teoría de los Procesos de Identidad de Susan Krauss Whitbourne.
  • Las obras de arte incluidas en este artículo fueron creadas por Vita Schagen.

Algunas notas sobre el amor

La ciudad de Kioto fascina pues en ella convergen la majestuosidad y la simpleza. Kiyomizu-dera es quizás uno de esos sitios que se mantienen en pie para transmitir toda esa espiritualidad que agoniza entre tantos turistas. Dentro de este complejo de templos budistas, se encuentra el santuario Jishu, dedicado a Okuninushino-Mikoto, un dios del amor y los «buenos matrimonios». Como es de esperar, consiste en uno de los destinos predilectos de parejas, y de mujeres jóvenes en busca del amor.

El mismo posee dos «piedras del amor», situadas a 6 metros una de la otra, distancia que los visitantes deben vencer con los ojos vendados. El éxito en esta tarea, es un presagio de que el peregrino encontrará el amor. Es posible ser guiado por alguien, lo cual predice que la persona necesitará de un intermediario para convenir con su enamorado.

La sabiduría oriental nos muestra simplemente cómo el ser humano se moviliza en el ámbito del amor: con los ojos vendados. Hay quienes no temen y aceptan la incertidumbre, transitando este trayecto confiados en que llegarán a la otra piedra sin mayores dificultades y por sí mismos. Otros, desconfían y se sienten perdidos. Con suerte han tenido la guía de otro, quien porta ese saber sobre el amor del que ellos carecen. Este apoyo varía desde lo espiritual hasta los expertos en la materia que abundan hoy en día, terapeutas y autores de libros de auto-ayuda. Nos referimos al amor de pareja.

El amor es…

Una definición única del amor es imposible. Ya filósofos, psicólogos y pensadores en general se han esforzado por completar esta difícil tarea. Desde el Psicoanálisis, también se estudia el amor y sus vicisitudes, pues en la consulta terapéutica todas, o la gran mayoría, de las historias terminan hablando de amor. Sigmund Freud lo investiga a lo largo de toda su obra, analizando sus mecanismos desde diferentes ángulos.  El amor puede constituirse como una posibilidad para sobrellevar las dificultades de la vida.

El concepto de narcisismo también desempeña un papel destacado. Este se refiere a la operación psíquica de tomar al propio cuerpo como objeto de satisfacción y también como objeto de amor. Podría entenderse como el amor por uno mismo. Respeto de esto, Freud afirma que:

El que ama se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo.

Ser humilde no es sinónimo de humillarse. Más bien, implica ceder en ocasiones a los propios deseos, en pro del ser amado y/o de la relación. También se hace humilde ante la duda que entraña el encuentro con un otro distinto a uno mismo. Otro que también transita el camino del amor a ciegas frente a su propio inconsciente. Posteriormente, Jacques Lacan propone una fórmula que intenta abarcar gran parte de la esencia del amor en el sujeto, cuando dice:

 Amar es dar lo que no se tiene a quien no es.

Esta concepción implica que un sujeto reconozca que no está completo, sino en falta. Esto en Psicoanálisis, se refiere a un sujeto dividido, pues gran parte de sus contenidos psíquicos son inconscientes, es decir, desconocidos incluso para él mismo. No se refiere a la falta de tener, una objeto o un atributo, ni involucra una connotación negativa del ser humano. Por el contrario, esta falta en ser se refiere a la noción de que no somos perfectos ni completos, y es precisamente esto lo que nos impulsa a desear. El deseo es uno de los factores que actúan como motor para el establecimiento de relaciones con otros; es lo que motiva al ser humano a relacionarse y moverse en el mundo. Como explica Jacques-Alain Miller:

… no es dar lo que se posee, bienes, regalos, es dar algo que no se posee, es reconocer su falta y darla al otro, reconocer que se necesita al otro.

El amor, según Lacan, se da dos dimensiones: en el plano imaginario, está el enamoramiento. Ese momento inicial que consiste en el flechazo, donde el otro es un producto de nuestra idealización, y posee todas las cualidades que siempre soñamos. En el plano real, se ubica el amor que no busca reciprocidad, y que no engaña, pues la persona conoce los defectos del otro y aún así le ama. Como bien lo dice Slavoj Zizek:

Amar significa que uno acepta a la otra persona con todos sus fracasos, estupideces, puntos feos, y a pesar de eso, ve perfección en la imperfección misma.

El amor en tiempos líquidos

Los hombres y mujeres de este siglo, no soportan el peso que conlleva mantener una relación sólida y duradera. Salvo algunas excepciones, sienten miedo, por creer que la misma se convertirá en una carga y atentará contra sus mayores tesoros: su libertad e individualidad. Por otro lado, presentan la incertidumbre ante la posibilidad de ser ellos mismos un desecho, en una sociedad donde predomina lo novedoso. El sujeto entonces se reinventa compulsivamente, no por el deseo genuino de mejorar o hacer algo que le produzca satisfacciones, sino por el mandato a ser innovador, por el simple hecho de no quedarse atrás.

La tendencia actual hacia el ideal de completud y omnipotencia, alimenta la fantasía de que estando empoderados tendremos todo, también en el amor. Con la ayuda de las redes sociales esto se magnifica, iniciando un ciclo de envidia por el éxito aparente del otro, y una obsesión por mostrarse cada vez más perfecto. Nada más lejos de la realidad. Como explica Miller, aquellos que creen estar completos solos o quieren estarlo, no saben amar. Pueden despertar el amor en otros, más no han experimentado por sí mismos los riesgos y las delicias del amor.

En su libro Amor Líquido, Zygmunt Bauman plantea que el individuo escoge las conexiones en contraste con las relaciones. Éstas ocurren dentro de una red, en la cual las acciones de conectarse y desconectarse son simultáneas. Las encuentros son de fácil acceso y salida, ya que pueden cortarse en cuanto empiezan a ser insoportables. Uno siempre puede oprimir la tecla de “delete”. Se puede pasar a la próxima conexión al mejor estilo de la serie de MTV “Next”, o al próximo perfil de Tinder. Si el candidato no cumple con los requisitos mínimos, tenemos la opción y el derecho de pasar al siguiente. Las estructuras que salvaguardaban el compromiso en la pareja flaquean, o se vuelven simples contratos que pueden disolverse con tan sólo una firma. Los matrimonios se convierten en un negocio dirigido por los “wedding planners”, y  los divorcios están a la orden del día.

El (des) encuentro entre los sexos

En las últimas décadas, el movimiento feminista ha impulsado una campaña agresiva en pro de la reivindicación de la mujer en relación con el hombre, promoviendo la igualdad de derechos y oportunidades. Si bien la biología y la genética aportan elementos fundamentales en la constitución de lo que es ser hombre y mujer, los estereotipos socioculturales sobre la feminidad y masculinidad están en un proceso importante de transformación. Los hombres, son invitados a feminizarse, al permitirse experimentar sus emociones y expresarlas abiertamente. Mientras que las mujeres, cuentan con el derecho y la responsabilidad de igualarse al hombre, mostrando actitudes más agresivas y hasta viriles. Esta mutación social y psíquica, busca encontrar un balance entre los sexos, y conlleva muchas satisfacciones para ambos. También impacta el modo en que se desarrollan las relaciones.

Algo que sigue vigente es el desencuentro entre los sexos. Incluso en la cultura popular se tiene la noción de que el hombre y la mujer son de planetas distintos, los primeros de Martes y ellas de Venus. En el plano inconsciente, esto implica que mujer y hombre gozan de modos distintos. Lacan lo expone en su fórmula:

No hay relación sexual.

Zizek lo ejemplifica en su análisis de un anuncio de cerveza. Primero, está el cuento de hadas de la princesa y el sapo. Es conocido que ella lo besa y éste se transmuta en su príncipe soñado. Pero el cuento no termina allí, pues el joven la mira con ojos de deseo y también la besa, ante lo cual ella se convierte en una botella de cerveza, que el príncipe empuña triunfante entre sus manos.

Del lado de la mujer, sucede que a través del amor una rana puede convertirse en el objeto de su amor; del lado del hombre, en cambio, la mujer quedará reducida a un objeto parcial, el objeto de deseo. La relación entre los sexos es asimétrica, en la cual cada uno porta su propia fantasía. Como se plantea en esta metáfora, la mujer fantasea con la rana que gracias a su amor se transforma en Príncipe Encantador. Mientras que el hombre en principio reduce a la mujer a un objeto, el cual desea obtener, pero una que lo logra esto se vuelve deseo de otra cosa.

Avatares del amor contemporáneo

Cada caso en el amor es particular, y no es posible agotar todos los ejemplos en un sólo post. Curiosamente, la queja de muchas mujeres hoy es que “no hay más hombres, y si los hay no son para mí.” En estos casos, ponen al Hombre en el lugar de lo que les falta. Entonces, cuando aparece uno, les brillan los ojos ya que es una oportunidad única. Se aferran a él como si fuera un salvavidas en pleno naufragio. No se trata aquí de una experiencia de amor, sino de un estrago. El hombre por su parte, comprueba que es necesitado, mas no amado y literalmente huye. Una vez más se comprueba la teoría de que no hay más hombres, la tragedia femenina por excelencia. Pero si una mujer puede mover al hombre de ese lugar, notará extrañada como él deja de escapar.

Por su parte, los hombres también se movilizan cuando aman. Sobre todo en los casos en los cuales no están seguros de su virilidad, se dejan intimidad por la posibilidad de verse algo ridículos. Una de las respuesta es huir, como vimos anteriormente. Pueden presentar también, como dice Miller, retornos de su orgullo y mostrarse agresivos o indiferentes frente a su objeto de amor. Por ello, también puede desear a mujeres que no aman, para reencontrar algo de la posición masculina de la que se han despojado frente a aquella a la que sí aman. Es lo que Freud llamó la escisión del amor y del deseo en el hombre, mediante la cual tiene dos mujeres, la santa y la prostituta. Cada vez más, constatamos este fenómenos también en las mujeres.

Les comparto este regalo…

Texto escrito por: Roxana Palacios. Socia fundadora de Vital Minds. Psicoterapeuta psicoanalítica y psicóloga clínica.

Referencias bibliográficas:

  • Bauman, Zygmunt. Amor Líquido, Fondo de Cultura Económica. México D.F. Edición 2007.
  • Freud, Sigmund (1912). Obras Completas. Sobre la más Generalizada Degradación de la Vida Amorosa (Contribuciones a la Psicología del Amor). Amorrortu Editores. Buenos Aires, Argentina.

Miedos en tiempo de cuarenta: ¿y luego qué….?

El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.

Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.

Es muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días. Los medios no dejan de mostrarnos, ininterrumpidamente, historias relacionadas a la pandemia y casos de Covid-19, producidos por el  nuevo virus, el rey de los virus, a quien se le nombra con el significante coronavirus.

Miedos en cuarentenaLas plataformas virtuales están llenas de información que van desde consejos prácticos de como prevenir el que no enfermes, hasta estadísticas aterradoras y videos de terror, pasando sin dejar afuera, por el humor negro como estrategia para enfrentar el miedo que la incertidumbre despierta; especialmente, ante la no respuesta sobre como tendremos que reconstruirnos al finalizar esta cuarentena; porque lo que sabe, pero se quiere nombrar es que el Covid-19 llegó para quedarse.

Sin embargo, el miedo no es un sentimiento nuevo, sino qué en estos tiempos pasó a ser protagonista frente a la pandemia y la cuarentena.  El miedo es un síntoma que ha existido desde que existe el hombre, es constitutivo, como lo son los huesos que conforman nuestro cuerpo. El miedo como síntoma, nos está diciendo algo, nos habla de un conflicto interno y de los mecanismos que reprimen su presentación. Si observan a su alrededor, no todos lo están viviendo igual.

Aunque el miedo se presentifica en un objeto externo y decimos, “le tengo miedo a…“, el miedo tiene un representante interno que es singular para cada uno y que busca representarse afuera en un “miedo a algo”; por ende, el miedo como síntoma es una formación de compromiso que nos cuentan sobre representaciones que están reprimidas en el inconsciente.

El miedo es un senti-miento, verdad mentirosa, que corresponde a lo humano; una desfiguración de lo real, como otros senti-mientos que conforman una cultura. Sin embargo, el plus de gozar puede conllevar a un vivir con miedo y con mucho sufrimiento, que le impide al sujeto acercarse a una nueva forma de satisfacer su deseo, quedándose atrapado en la imposibilidad y la insatisfacción.

Es importante destacar que, en líneas generales, existen dos tipos de miedo. El miedo real, donde verdaderamente existe un peligro, un riesgo a la integridad humana; y el miedo neurótico, donde se ha construido un peligro subjetivo y se siente una amenaza sobre algo que no existe. Aquello que retorna del inconsciente real, no simbolizado a través de la palabra, que vuelve desfigurado a nuestra consciencia; y que conlleva a la percepción de un peligro que solo le es propio para quien le habita; y que se vive como real, teniendo efectos y en algunos casos, movilizando conductas de evitación y afectos de angustia y tristeza.

Miedos en cuarentenaConsidero que en estos momentos que hemos aceptado estar confinados en cuarentena, la pregunta de cada persona puede estar alrededor de la pregunta: ¿y cómo vamos a volver a la normalidad?, ¿Cuál es la nueva norma? Y no cabe duda que esta relativa normalidad toma formas diferentes en la imaginación de cada uno; y éstan desde lo que piensan en que nada se podrá hacer, hasta los que ya se habrán comprando un traje especial para salir al mundo. En tal sentido, el miedo es una experiencia ante lo real del Covid-19, en la que la misma ciencia no ha podido dar una respuesta.

Entonces, ante lo inciertidumbre que se vive, ante la imposibilidad de respuesta que se vende, ante el desamparo, cabe la pregunta ¿cómo inventarse la vida? Y el miedo es la respuesta ante el sentir no poder hacer-se; y este se magnifica con la respuesta que da la ciencia, al dejar al sujeto atrapado en la estadística, en lo universal, en la serie de una categoria, y lo cierra en la posibilidad de hacer-se en lo singular y desde ahí, encontrar una salida.

¿Y que  paraliza? El goce de sufrimiento del neurótico, lo paraliza en forma de miedo, un miedo al desamparo que termina impidiendo el moviendo a acceder a otras experiencias nuevas, o ciertos goces, como podría ser desarrollarnos en alguna otra forma de hacer-se o lo que fuere que se necesite para disfrutar la vida; o por lo menos, poder vivir, el tiempo que toque de vida para cada uno, de una manera diferente a la conocida, porque solo toca aceptar que el Covid-19, llegó para quedarse.

Miedos en cuarentenaSin embargo, para finalizar, no sé si le pondría la palabra miedo a a esta experiencia que describo y que ha estado desde siempre, sólo que el Covid-19 la ha puesto en la palestra; quizá podría llamarse resistencia, porque lo nuevo, hace resistencia aquello que ha sido encarnado en el inconsciente. ¿Y a que se hace resistencia? A perder ese velo que completa la falta en ser, pero en la que el sujeto se ha nombrado y he sido nombrado hasta antes de este pandemia.

Por eso, ante el tener que verse con un des-ser, un cambio que es costoso, porque dejar de ser lo que se ha sido para des-ser en otra forma de satisfacer el deseo, duele, cuesta y se paga con una cuota de sufrimiento; y este es el miedo (resistencia) que se podrá estar experimentando en este tiempo.

Texto escrito por: Profesor Mario Brito Afonso. Psicoanalista. Miembro de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano.